DEURES SÍ, DEURES NO




MAGAZINE de LA VANGUARDIA 18/03/2012

La clase en casa

Texto de Alicia Rodríguez de Paz
Ilustración de Flavio Morais
Deberes sí o no es uno de los viejos dilemas escolares. El debate sobre la eficacia de estas tareas en casa divide a los especialistas en pedagogía. Lo cierto es que la mayoría de los alumnos acaba haciendo deberes, más aún en cursos avanzados, y en muchos hogares se termina recurriendo a un profesor de refuerzo. En otros países europeos, en cambio, tienen mayor acogida las academias
La labor de aprender no acaba cada día cuando los alumnos salen del colegio. Ni mucho menos. En la inmensa mayoría de los hogares, los estudiantes llegan cargados de tareas y lecciones por estudiar. Y algunos de ellos necesitan, además, ayuda suplementaria –profesor particular, academia...– para sacar adelante los estudios y evitar sorpresas desagradables a final de curso.
Obviamente, el peso e incluso la inexistencia de deberes dependen del modelo pedagógico que se aplica en cada centro educativo. Sin embargo, hacer deberes en casa sigue siendo, de largo, lo más habitual en España y se acostumbra a introducir de forma paulatina en los hábitos de los estudiantes a edades tempranas, a partir de los cinco o seis años.

Según el Instituto de Evaluación, dependiente del Ministerio de Educación, el 98% de los alumnos de 6.º de primaria (de unos 11 años) asegura que hace deberes y estudia en casa cada día; y casi la mitad dice dedicar entre una y dos horas diarias a estas tareas. El grupo de los que aseguran emplear entre dos y tres horas (un 22%) ha aumentado en los últimos años. 

Muchos de los expertos en educación defienden que hacer deberes en casa fomenta el hábito del trabajo individual (responsabilidad, independencia y aprender a gestionar el tiempo), al tiempo que contribuye a mejorar el rendimiento escolar. El psicólogo Luciano Montero, con amplia experiencia en el ámbito escolar y autor del libro Mi hijo es un vago, es partidario de los deberes, siempre que no sean excesivos y permitan a los chicos y las chicas disponer de tiempo libre.

Sin embargo, otros especialistas consideran las tareas escolares un recurso propio de otra época 
sin sentido en el mundo actual. “Los deberes consolidan las destrezas de los niños y los jóvenes sólo para hacer deberes. Esto hoy no sirve para nada”, defiende con rotundidad Pedro Badía, pedagogo y director del semanario para docentes Escuela. Badía considera que los deberes, lejos de “inculcar el amor por el conocimiento, forman parte de una sistema estándar en el que predomina el ideal de trabajo en la cadena de montaje, la producción, heredera de la era industrial”.

En todo caso, para que los deberes no se conviertan en un quebradero de cabeza familiar, Montero recomienda establecer una rutina, unas reglas que dejen claro cuándo y cómo deben cumplir con sus tareas escolares. “Lo mejor para evitar problemas es convertir el hacer deberes en una rutina cotidiana, sobre la que no es necesario discutir cada día. Se debe pactar con el niño un horario razonable para su realización, teniendo en cuenta la edad y las necesidades, y escuchando su opinión”.

¿Cómo se puede ayudar en casa? Desde la comunidad educativa, se recuerda que hay que reservar un espacio tranquilo y con las menores distracciones posibles para que la realización de las tareas ni se eternice ni pierda su sentido. 

El último estudio del Instituto de Evaluación que trata las actividades de los alumnos fuera del horario escolar recoge que más de la mitad de los chicos y chicas de 6.º de primaria afirma que su familia le ayuda con las tareas, mientras otro 37% asegura que las hace solo, sin apoyo alguno. Finalmente, un 12% recibe clases particulares para sacar adelante sus estudios. 

Así, muchas familias se plantean reforzar el aprendizaje de sus hijos contratando a un profesor particular o matriculándolos en una academia. Sobre todo, cuando los alumnos cursan niveles más altos y los padres ven que resulta más complicado echar una mano con las distintas materias. Y, a medida que se escala en el nivel educativo, se incrementa también el coste de las clases recibidas.

No abunda la información sobre cómo y cuánto dinero se mueve en torno a las clases de refuerzo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del 2007, el coste medio por alumno de las clases de apoyo (matemáticas, inglés, informática) impartidas en academias o por profesores particulares era de 657 euros al año. Así, uno de cada cinco estudiantes recurrió a este tipo de refuerzo fuera del centro escolar. La proporción roza el 30%, entre los alumnos de la escuela concertada.

¿Cuándo se debe plantear la posibilidad de contratar a un profesor particular? Según Montero, resulta lógico acudir a este tipo de refuerzo cuando llegan los suspensos o existen señales de que pueden producirse. En cualquier caso, se muestra partidario de contar con la opinión de los profesores del centro. “Si, conjuntamente con el colegio o el instituto, se decide que es conveniente un refuerzo pedagógico, habrá que buscar un recurso acorde con la necesidad de que se trata. Si el problema es una asignatura concreta, puede estar indicado buscar a alguien que domine la materia, mientras que para otros problemas más genéricos puede ser necesario un educador profesional (profesor, pedagogo, psicopedagogo…)”. Y los especialistas recomiendan buscar profesores o academias con buenas referencias.

No siempre las clases de refuerzo están asociadas a casos de bajo rendimiento académico. Un informe europeo destaca que una parte significativa de la demanda responde a la presión sobre estudiantes con buenos resultados y recursos para que obtengan aún mejores calificaciones. En general, ha habido un aumento significativo de la presencia de academias en Francia y Alemania, al tiempo que se consolida la contratación de profesores particulares en países del sur europeo, como España. 

Al igual que pasa con los deberes, los responsables de este estudio europeo coinciden con otros expertos al alertar de la necesidad de reservar siempre un tiempo significativo para el ocio de los chavales.
EVITAR ERRORES
    
NO SUPLANTAR A LOS HIJOS
 Aunque parezca de perogrullo, los expertos apuntan que nunca está de más recordar que los deberes son para ayudar a los estudiantes: los padres no deben sustituirlos en esa labor.
REVISAR Si es necesario, se puede echar una mano revisando las tareas, pero siempre después de que hayan acabado. 
SIN EXCESOS Un exceso de supervisión de los padres en las tareas puede llevar a la desmotivación del pequeño. No hay que agobiar, aunque tampoco se debe dimitir del control.
NO CASTIGAR Nunca se debe usar las tareas escolares como un castigo. Ni broncas ni reproches son lo mejor, sino persuasión y motivación.

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